A raíz de la crisis económica del 2001, las familias de Villa Crespo conformaron entre todos un espacio de cuidado para lxs niñxs mientras las familias trabajaban. Se pusieron de acuerdo y alquilaron un espacio que comenzaron a construir de a poco entre todxs. A la propuesta se fueron sumando personas con más saberes de lo que se trata la infancia y surgió el debate acerca de la denominación que recibía el espacio. En un principio le habían llamado “guardería”. Luego, en base a lo que las familias aprendieron sobre la historia de los jardines y pensando en el propósito de su propuesta, comenzaron a deconstruir el término. “Consideramos que expresiones como guarderías, Hogares de cuidado diario, centros de infancia, restringen la perspectiva de un enfoque más integral y educativo de los espacios porque se remiten sólo al cuidado y a la asistencia. Por otra parte, todas las nominaciones referidas a “lo maternal” (Cunas –maternales, Escuelas Maternales, Jardines Maternales) centran la responsabilidad del cuidado y educación solamente en la mujer, madre, ama de casa, reproduciendo la lógica patriarcal”. Fue así como decidieron que “jardín comunitario y popular” era el mejor término que demostraba la identidad del espacio que fueron construyendo en comunidad.
Los objetivos de la organización se basan en crear una educación popular que busca problematizar la realidad a través de una reflexión en conjunto y de espacios educativos como forma de construcción de poder popular.
La acción comunitaria y la participación activa de las familias en la autogestión y en pensar la crianza fueron las bases sobre las que se construyó el proyecto. Se crearon espacios de discusión y de participación para que la comunidad (compuesta por vecinxs, familias, educadorxs, organizaciones del barrio, etc) se comprometa con este proyecto mediante espacios colectivos de encuentro como asambleas, intercambios cotidianos, reuniones con las familias por sala, momentos de reflexión de educadorxs, así como también en las acciones directas y de lucha en la calle. “‘Nos educamos en comunidad’ hacia la escucha, el intercambio, la toma de decisiones, el respeto y la solidaridad. Las asambleas también buscan soluciones a las dificultades y a los conflictos.”
Las familias fueron partícipes desde el comienzo, pensándolo y poniendo el cuerpo a cada paso. Sin embargo, no lograron que lxs “padres cuidadores” sean reconocidos por el gobierno para que perciban un salario. Tal como ya se mencionó, las familias del barrio aportan también en las asambleas porque la educación del niñx no es solo lo que pasa en el jardín o en su casa, sino que es un problema de toda la comunidad. El ambiente en el que viven lxs niñxs es algo de lo que se ocupa la comunidad también. Por ejemplo, la limpieza y mantenimiento corre por cuenta de todxs. Esto da cuenta de una apropiación del proyecto y de una relación que se retroalimenta permanentemente entre jardín-familia-comunidad.
La relación con la comunidad es totalmente abierta, con la intención de realizar un proyecto emancipatorio en el que se comprometa toda la comunidad, se crearon espacios de discusión y de participación. Estos espacios son: asambleas, cooperadora, intercambios cotidianos, reuniones con las familias por sala, momentos de reflexión de educadores, y momentos de participación para que se involucre quien lo crea necesario en instancias de construcciones o de lucha en la calle. Estas participaciones son fundamentales en la construcción de la educación popular que se quiere lograr en la organización, mantener cerca a la comunidad implica buscar soluciones entre todos y fortalecer los compromisos.
La relación con el Estado es una lucha constante ya que no comparten las formas de subsidiar la educación, consideran que el Estado prioriza la entrega al sector privado para que desarrolle sus empresas educativas al mismo tiempo que avanza el achicamiento sistemático de la educación pública. Es así que la educación se vuelve un servicio que puede venderse y comprarse o una asistencia que el Estado brinda a los que no pueden pagarla. Ellxs creen fundamental que la educación pública incluya a toda la comunidad educativa en su construcción, sostenimiento, desarrollo y proyección.
En cuanto a las personas a cargo de lxs niñxs, se trabaja en pareja pedagógica porque la mirada sobre lxs niñxs y las propuestas pedagógicas no deben limitarse a una única mirada individual. Se empodera el trabajo en equipo como dispositivo para la construcción colectiva del conocimiento. A veces pueden trabajar hasta en tríos pedagógicos con la incorporación de lxs educadorxs populares con la idea de que haya más adultos por cantidad de niñxs. Su tarea pedagógica está pensada como una relación dialéctica entre la planificación, la reflexión y la acción.
La propuesta educativa tiene un enfoque de desarrollo del movimiento autónomo tomado de la Dra Emmi Pikler. De esta manera, “las acciones de lxs niñxs no son “facilitadas” ni “estimuladas” (...); son acompañadas con respeto y cuidado teniendo en cuenta tanto el espacio físico como el entorno afectivo que brindan la seguridad necesaria para un buen desarrollo.” El jardín brinda la propuesta de “Circulación flexible” por las características del espacio, ya que el mismo limitaba las posibilidades de circulación. Entonces se determinó la circulación flexible para potenciar lo que el espacio les podía brindar y darles a lxs niñxs la mayor libertad posible presentando propuestas simultáneas en diferentes zonas del jardín (salas, patios, pasillos). La “libre circulación” la perciben también como una manera de vivir el espacio, ya que no se refiere sólo al aspecto físico-espacial, sino que además contempla la vivencia construida en un espacio que puede ser recorrido, conocido, y abierto para la apropiación del mismo.
La estética de los espacios, la organización de los materiales, el rol de lxs educadorxs fueron inspirados en la experiencia de la pedagogía de las escuelas para la infancia y de los nidos de Reggio Emilia. El proyecto sostiene “que los jardines deben ser motor de transformación social recuperando la cultura existente pero sin obviar la cultura de la infancia”.
La planificación de las propuestas, la observación, el registro de las actividades, la evaluación de la práctica y la reflexión colectiva son las herramientas de trabajo que construyeron para direccionar y redireccionar sus acciones, es decir, los criterios para la disposición de los espacios, la selección de los materiales, la creación de escenarios de exploración y de juego y los modos de intervención.
Lxs docentes son desarrolladores de una práctica creativa y potencialmente transformadora.
Reflexión grupal:
A partir de la lectura realizada creemos en la importancia, siendo futuras docentes, de reconocer estas organizaciones y su rol activo en la comunidad, ocupando un lugar que el Estado muchas veces no lo hace y debería, garantizando el derecho a la educación de lxs niñxs.
Se rescata del conocimiento en profundidad de estos casos específicos así como también de los contextos en los que se han desarrollado proyectos de jardines comunitarios, todo lo que se puede lograr construyendo en red, en comunidad. Si bien son proyectos que crecieron para responder a una necesidad de la sociedad, es muy rico ver lo que se puede brindar a lxs niñxs en su desarrollo y aprendizaje cuando el entorno aporta en todo lo que puede y se comprometen para con estos proyectos. El papel de la familia cobra especial importancia en edades tan tempranas de la infancia y este tipo de propuestas valoran su opinión y participación tal como debe ser en todo ámbito, educativo o no educativo, que trate con niñxs.